Para muchas personas, el paso de un año al otro no significa tanto como para otras. Sin embargo, cualquiera que sea el caso, estamos atravesando por un tiempo muy especial para la humanidad por entero.

No hace falta repetir que nuestros rituales sociales han sido trastocados por los efectos de una enfermedad mundial, y que esto nos invita a hacer un alto, una especie de gran pausa, para reflexionar en aquellas cosas a las que damos importancia. Nos hemos dado cuenta en muchos aspectos cuáles son las prioridades en nuestra vida.

Si perdimos seres queridos inesperadamente, sabemos el valor de su presencia, al igual que gozar de buena salud, y también, por qué no, de fuentes de provisión que nos permitan atravesar malos momentos. Al vivir en un mundo dual, siempre existe un lado B para todo.

En el caso de vivir crisis como esta que reta absolutamente todas nuestras zonas comidinas, podemos sacar muchísimo provecho para reconfigurar nuestras vidas, y darles mucho más sentido y dirección.

A veces estamos demasiado metidos en una rutina en la que ya no disfrutamos tanto de las personas, de los eventos, lugares o cosas, sino que simplemente caminamos de una forma muy plana o hasta aburrida.

Por esto es que la crisis global trajo muchas rupturas, separaciones, mudanzas o bien, nuevas uniones, encuentros y afianzamientos, depende de aquello que queríamos soltar y no dejábamos ir, o de aquello que no terminábamos de tomar con ambas manos, ¡y eso es muy bueno! Si lo vemos como hacer una depuración del clóset o del cuarto de trebejos, seguramente nos traerá mejores cosas a las condiciones que estábamos viviendo.

Es muy seguro que, por lo menos, todos volteamos a revisar nuestro estado de salud y nuestros hábitos a veces no tan saludables, y como sucede muchas veces, no es hasta que no tenemos la amenaza muy cerca, que ponemos acción al remedio.

Al menos, le aseguro, su lista de propósitos o cosas más importantes por cumplir sí cambió aunque sea un poco, y si no, haga un ejercicio de incluir nuevos propósitos, algo que vaya ligeramente más allá de lo de siempre, expanda su imaginación a la par de lo que vienen a mostrar condiciones tan drásticas como la que hemos vivido los ya casi dos últimos años.

Recuerde que el agua que no se mueve, se pudre, y es vital que renovemos aquello que nos motiva, que nos mueve, que nos impulsa y que nos hace ser más plenos, dichosos y más nosotros mismos.

Haga su lista renovada, con deseos y propósitos que tal vez nunca pensó anotar, incluso de cosas que le parezcan absurdas o de poca importancia como por ejemplo acariciar un caballo, probar un sabor diferente de helado, brincar la cuerda, conocer al vecino de al lado, pasar un domingo en un centro de acopio de ayuda haciendo trabajo voluntario, ayudar a alguien anónimamente, etc. no se restrinja, déjese llevar por su voz interna, pues al romper sus rutinas viejas y acartonadas, podrá ir haciéndo más grande y elástica su conciencia hacia nuevas cosas, nuevas formas de experimentar y ver la vida, y de ahí, el cielo es el límite.

Esa es la magia y el poder que todos llevamos dentro y que tenemos en las manos. Reconózcalos adentro suyo y con toda seguridad, su vida jamás volverá a ser la misma.

Muy feliz año nuevo.






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