El mundo del siglo XXI es un mundo cambiante, que se desarrolla a velocidades cada vez más elevadas y siempre exige adaptaciones, si estamos educando a los alumnos de hoy, debemos ser maestros de hoy. Es decir, debemos repensar y replantear nuestro quehacer educativo, los docentes diversificamos papeles, debemos ser docentes, psicólogos, policías, padres, motivadores, etc.
Actualmente nos vemos muy lacerados por la falta de comunicación padre-alumno y padre-escuela, por lo que como docentes de hoy debemos adaptarnos a las nuevas tendencias; si bien ahora con el sueldo del patriarca no alcanza, la madre también debe de trabajar, y no solo eso, trabajan jornadas largas, lo que implica mucho menos tiempo para con los hijos; las relaciones entre padres e hijos se ven debilitadas, se van perdiendo los valores mamados en casa, la supervisión y guía de lo que es bueno y lo que es malo; es por lo anterior que los profesores debemos tomar las riendas, tenemos a nuestros alumnos seis horas al día, por más de doscientos días al año, lo que implica que podemos tomar ciertas atribuciones más allá de los contenidos.
Los maestros estamos regidos por valores, tanto personales, como institucionales, depende de nosotros el valor que demos a cada una de las dimensiones a abordar dentro del aula, es decir, lo que vamos a enseñar, a hacer, a practicar, a desarrollar con nuestros alumnos. Y no solo eso, antes éramos los reforzadores de los valores universales e institucionales, ahora prácticamente somos los principales transmisores de ellos.
En la actualidad, la educación es universal y está basada no sólo en los temas científicos y culturales, sino en los valores crecientes de la información, la tecnología y el conocimiento en sí mismo. Ahora en las escuelas deberíamos individuos creativos, emprendedores, críticos, autónomos, sociales y competentes de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, comúnmente llamadas TIC, basándonos en los aprendizajes clave de la Reforma Educativa. Es decir, pleno siglo XXI, la transmisión de saberes se está modificando por completo para que los niños de hoy tengan la información y los nuevos conocimientos basados en las tecnologías de la comunicación a las que están sometidos.
Ahora nos toca a nosotros, como docentes y miembros de una sociedad movilizadora, la tarea de enseñar a discernir y a elegir asertivamente qué aplicación dar a tal o cual tecnología. Es decir, es nuestra labor dar a los estudiantes los puntos de referencia para reconocer cuándo, cómo, dónde y con qué propósito usar las TIC; también para reconocer las fuentes de información, su veracidad y pertinencia; pero, más que nada, para que sean capaces de delimitar el uso de su tiempo en ella. Todo esto con la intención de usar a la tecnología de manera consciente y responsable.
Un docente de hoy, también, debe impulsar a los alumnos a tener una opinión bien informada. Como se menciona en la Reforma Educativa, dentro de los desafíos que la escuela enfrenta esta el favorecer el aprendizaje, las competencias científicas y las posibilidades del saber; que desarrollen la capacidad de aprender a aprender, aprender a pensar, a cuestionarse acerca de todo lo que los rodea, a controlar los procesos personales de aprendizaje, a valorar y aplicar lo que se aprende en individual y en colectivo. Pero, sobre todo, la escuela, y el docente, deben ayudar a fomentar el interés y la motivación para que el alumno continúe aprendiendo a lo largo de su vida.
